Una de las cosas que más disfrutaba de los “días de radio” de las hijas, era la programación musical. Teníamos la oportunidad de compartir la música que nos gustaba y conocer también nuevos sonidos y voces que alguna de las hijas descubría por ahí. Y en esta etapa, una que se convirtió en habituel del programa es Lhasa de Sela; una voz sobrecogedora e histriónica, una mezcla de culturas con un resultado soberbio en elegancia y emoción… Su primer álbum “La llorona” nos acompañó como visita estelar en nuestro programa de radio, dando el toque sublime a la conversación. No hemos tenido oportunidad de entrevistarla personalmente, (espero que tengamos pronto ocasión) pero como vale la pena saber más de ella, reproducimos aquí una entrevista que dio a Urbanitas con comentarios de su biografía extraídos de Murciarock.
Sus padres eran hippies. Ella estadounidense, él mexicano; ella fotógrafa, él escritor. Lhasa nació en el pequeño pueblo de Big Indian, en los montes Catskill del estado de Nueva York, pero prontó comenzó su intensa relación con el camino. El mismo que titulará su segundo álbum como "The living road". Y es que sus padres, en desacuerdo con el sistema de vida estándar, compraron un autobús escolar y anduvieron recorriendo las fronteras de México, Estados Unidos y Canadá, guiándose por la magia de la vida, durante siete años. Lhasa no fue al colegio, pero en su casa rodante aprendía continuamente: se leía mucho, la música sonaba con asiduidad, pintaban con frecuencia y no veían televisión.
A los trece años, viviendo en San Francisco, comenzó a cantar jazz. Seis años más tarde en Montreal, se producirá su encuentro decisivo con el guitarrista y realizador Yves Desrosiers. Pasarán un tiempo actuando en pequeños locales antes de comenzar a dar forma a "La llorona", el debut discográfico de Lhasa, cantado íntegramente en español.
El disco vio la luz en 1997 y obtuvo un notable reconocimiento, a menudo aderezado en los comentarios hacia su autora por calificativos como sorprendente, único, cautivador, extraño o personal. Además de algún galardón, el álbum vendió bien en Estados Unidos, Canadá (110.000 copias, disco de platino) y particularmente en Francia, donde obtuvo un triple disco de oro por sus más de 300.000 ejemplares despachados. Lejanos quedaron los días en que cantaba en cafés y bares, muchas veces, teniendo que lavar platos en restaurantes para poder sufragar los gastos; "hay que aceptar que la vida es así: unas veces estamos arriba, otras abajo. La vida es dramática, pero llegó un momento en que me di cuenta que ya no quería sufrir y que si seguía en ese camino podía llegar a matarme, por eso luché con la finalidad de estar bien. Ahora veo que esta es una lucha de todos los días".
¿Dolor y sufrimiento es lo mismo?
No. El dolor es algo que pasa; el sufrimiento es cuando agarramos al dolor y lo gozamos (risas).
Ahora ríe. Y mucho. Prefiere disfrutar de la vida. Su tristeza se ha convertido en una rosa que abre sus pétalos a los rayos del sol. Ya no le quema la incertidumbre paralizante de no saber cómo va a responder a la idea/sentimiento del amor: "Ahora sé que siempre te va a destruir; no hay salvación. Por eso ahora me entrego a él... He sufrido mucho en mi vida; antes era muy melancólica, pero ahora ya he aprendido a vivir con menos dolor".
Esta mujer, de aproximadamente 1.60 metros de estatura, mirada embrujante, cabello castaño, piel blanca y que tiene cierto parecido físico con la cantante islandesa Björk, una vez llegó a pensar en el suicidio para aliviar tantos dolores existenciales que le aquejaban. "Es más fácil ser infeliz que feliz y como he sufrido bastante en mi vida, el perfume de belleza de la tristeza se ha quedado en mí de manera indeleble, no lo tengo que trabajar; está allí".
¿Usas el dolor y el sufrimiento para componer o ellos te usan para expresarse? (Risas) Escribir es muy difícil para mí y muchas veces he tenido que estar muy deprimida y no tener otra salida que escribir; sin embargo, ahora estoy aprendiendo a abrir esta puerta sin estar en el fondo del abismo y sin saber qué hacer. Para muchos artistas, el dolor es un catalizador necesario que los empuja. Ahora mismo, no considero que deba ser así; eso es un mito. Para mi hay otros elementos. En definitiva, el dolor y el sufrimiento me usan.
(Saca un cajetilla de cigarros de su bolso. Toma uno. Se da todo el tiempo del mundo para encenderlo. Le da una bocanada a su tabaco y prosigue) "Para mí, escribir una canción es ante todo tratar de decir la verdad, cuando siento algo que me causa incomodidad. Cuando trato de entender qué me esta causando problemas dentro de mi cuerpo, eso escribo y canto.
¿Para ti qué es el amor? (Silencio. Vuelve a fumar y ataja)
Me queda claro que el amor no es un tango. Antes quería vivirlo de esta forma porque pensaba que debía ser así, pero ahora es muy sencillo. Menos desesperado y peligroso.
¿Cómo vives el rito mágico de subir al escenario y cuando el monstruo de los mil ojos canta tus rolas y te vitorea? Bueno, el escenario, como dices, es mágico y cada gesto tiene un impacto por eso me entrego a todo lo que tengo y muchas veces lamento no poder dar más, no poder llegar más lejos de mis posibilidades para complacer el cariño que el público me entrega. He visto espectáculos donde el cantante da su música de una forma egoísta: daba y luego quitaba. Pero alguien que da su música de corazón y que deja abrir su intimidad vuelve el escenario en un espacio espiritual, chamánico, donde lo material y lo espiritual se yuxtaponen.
Ahora que sectores más amplios te conocen ¿no extrañas tu intimidad, la soledad con tus hermanas, el anonimato? ¿Volverás a exiliarte? Es que después del gran éxito que obtuviste con La llorona huiste prácticamente hacia Francia para sacudirte de los elogios de la prensa canadiense. Mira, cuando comencé a dar conciertos tenía un sentimiento de culpa por atraer tanto la atención de la gente; me sentía muy incómoda, no sabía qué hacer. Sin embargo, un día me di cuenta de que era una cantante y eso es lo que hace un artista: atrapar la atención y dar su arte a la gente. Puedo ejemplificar así mi modo de ver las cosas: una flor no se va a esconder por ser la más bella y la de esencia más profunda. Lo que he vivido en la música es casi un milagro: he hecho mi camino exactamente como yo quiero hacerlo, sin atarme a compromisos y aprendiendo, desde luego, de los errores.
Respecto de su vinculo con México asegura: "No soy mexicana pero tengo algo en mi alma de ello que nunca va a desaparecer y esto me ha alimentado en mi música y en la vida. Cuando estaba en México me sentía gringa, pero cuando estaba en Estados Unidos me sentía mexicana y por eso hablaba español".
CB
viernes, 25 de mayo de 2007
LHASA
Publicado por Carolina Baeza en 4:22
Etiquetas: Lhasa de Sela
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